Cuando ya no se puede asfixiar y humillar más a un pueblo, cuando se han mendigado hasta lo vergonzoso las draconianas “ayudas” del capitalismo, cuando las migajas de aquello que se llamó bienestar las han devorado los mercados y el caos se arremolina sobre la desvalida Grecia. Entonces al primer ministro Papandreu se le ocurre permitirle al pueblo griego un último corte de mangas antes de abandonarse a ese más allá ignoto que ha de encontrarse tras la protectora Europa. A estas alturas es normal que nos dé la risa floja.
Así, frente a la devastación que ha puesto en marcha el capitalismo agonizante, la estafa de la UE ha mostrado una y otra vez su verdadero rostro y se ha cebado a costa de los cerdos mejor nutridos. Por eso, al igual que Portugal e Italia, tenemos que ir haciéndonos el cuerpo para sobrevivir (olvidémonos de habitar) en una vorágine de pérdida de derechos y empobrecimiento programado hasta que llegue el tan ansiado fin del sistema.
Y, sin embargo, Papandreu ha sido capaz de realizar la voltereta más asombrosa y descabellada que pudiera imaginarse al pedir opinión a los griegos sobre su futuro. Nos lo imaginamos empapado de sudor en mitad de la noche, volviendo una y otra vez la cabeza en la almohada y asaltándole repentinamente una idea loca, absurda y sin embargo nítida e inmisericorde. Papandreu tuvo un sueño, el de una Grecia donde la batalla entre el capitalismo y la democracia sea ganada por el pueblo, quien por fin será dueño de su destino. Y ha decidido afrontar las consecuencias políticas y personales que sean necesarias, porque no cederá hasta conseguir retornar a Grecia la democracia.
En realidad, no asistimos más que a un espejismo, a un borroso reflejo de aquello que se llamó soberanía y que al pueblo griego se le permite tarde y cuando ya no hay salida. Resulta absolutamente repugnante observar a un político entonar el mea culpa. Inmediatamente uno se pregunta ¿cómo de grave será lo que ha hecho? ¿qué oculta? ¿a quién beneficia? Esos gestores implacables, que han doblegado la democracia buscando el favor del sistema, de repente se vuelven escrupulosos y, como Zapatero, se responsabilizan de la tragedia de 5.000.000 de parados. Su babosa humanidad de cuento de navidad nos produce arcadas.
En fin, no sabemos si nos quedará humor para resistir la cara de consternación de nuestro próximo presidente cuando anuncie su plan de salvación. Quizá sea preferible naufragar cuanto antes ...
Posdata: 2 horas después de publicar esta entrada el primer ministro griego Papandreu ha declarado que todo era una broma y que no se va a votar nada.
Posdata: 2 horas después de publicar esta entrada el primer ministro griego Papandreu ha declarado que todo era una broma y que no se va a votar nada.